Una vez finalizado el campus y con el cansancio aún
acumulado en el cuerpo puedo reafirmarme en que el trabajo bien hecho aunque es
duro tiene su recompensa.
Este es el primer Campus femenino de minibasket
Marina Ferragut, el primero después de cinco años de experiencias como
entrenadora de categorías de formación y
de maestra tras mi retirada. Después de este tiempo me planteo organizarlo sintiéndome
en la obligación de devolver a las niñas
que empiezan todo lo que el baloncesto me ha dado. Porque siento que hay tanto
que explicar, que mostrar, que motivar, simplemente hay tanto que el baloncesto
les puede aportar.
El objetivo es que las jugadoras tengan un Campus de
referencia de Minibásket femenino en el que desarrollarse en todos los sentidos
y con los mejores recursos posibles. El formato del campus sólo de día permite
que las niñas vengan por las mañanas de sus casas con las pilas recargadas para
afrontar con energía dos nuevas sesiones de baloncesto, con las mentes despiertas
para asimilar nuevos conceptos en las clases de inglés y por supuesto para
disfrutar saltando todas y cada una de las olas del mar.
El inglés como lengua principal ha dotado al campus
de un ambiente pedagógico y las niñas han aprendido y experimentado con el
vocabulario específico del baloncesto.
La visita y las charlas de mujeres deportistas, como
la judoka Ana Carrascosa, la futbolista Ivana Andrés, o el jugador de
baloncesto Rafa Martínez, han marcado unos referentes en los que observar y
entender unas vidas deportivas repletas de vivencias positivas, de esfuerzo y
de superación personal para alcanzar metas.
Mi charla también pretendía ser un referente y que
ellas conocieran con más profundidad mi faceta de jugadora, dónde entre experiencias
y anécdotas les explico también el por qué de la tortuga del logo:
Cómo en la fábula de “la tortuga y la liebre” les
cuento que a los nueve años, aunque era una jugadora muy alta, era una jugadora
bastante “floja”, a los once años me echaron de una selección catalana y a los
trece un entrenador me dijo que nunca llegaría a hacer nada por mis carentes
condiciones físicas. Pero yo, como la tortuga de la fábula, seguí andando
constante, sin prisa, trabajando duro, disfrutando y haciendo mi camino hasta
convertirme en la jugadora que he sido. Con la inmensa suerte de estar siempre
rodeada de los mejores recursos, buenos entrenadores y de una familia que de
forma positiva ha estado siempre a mi lado.
Con este bagaje de deportista de élite y de docente
tras mi retirada me reafirmo en la idea de que en estas edades aunque sí hay
niñas con más o menos talento y con más o menos actitud, no existen las jugadoras “flojas”, lo que es flojo en ocasiones son las
condiciones de las que éstas se rodean, en un entorno con personas poco
preparadas, cansadas, sin paciencia o con prisa. Lo que es flojo son los
recursos y los medios que en la mayoría de ocasiones se les presta a los
equipos femeninos y a las jugadoras de baloncesto.
Por eso he afrontado este campus con la mayor de las
responsabilidades hacia las niñas y hacia sus familias para poder ofrecerles
una experiencia positiva y enriquecedora para sus vidas. Para ello he tenido la
suerte de contar con el apoyo de grandes
personas y profesionales que han compartido estos días con nosotras y que han
hecho que este primer campus sea una experiencia increíble para todos.
Ahora ya sólo toca descansar, asimilar el trabajo
realizado y empezar a preparar el
próximo. Ya queda menos!!!!
1,2,3 turtles!!!!