EDUCATION & VALUES

viernes, 5 de septiembre de 2014

EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO Y LA AUTONOMÍA PERSONAL


 ¿La de nuestros niños o la nuestra?

Enseñar a los niños y niñas a conocerse a sí mismos, a lograr que se radiografíen interiormente, a que tengan en cuenta y sepan de sus cualidades, sus defectos, sus fortalezas y debilidades, y por qué no a dotarles de las herramientas necesarias para potenciar aquello que es positivo y mejorar lo que aparentemente no lo sea tanto. Prepararles para que trabajen su autonomía personal desde edades tempranas, cuando su capacidad es muy amplia para absorber conceptos, reconocer situaciones, adquirir habilidades Trabajar para conseguir esto, sin embargo, tendrá mayores efectos si se traslada todo ello a los niños desde el juego, el desarrollo de actividades que toquen directamente el estadio de las emociones, que acudan a la música, al aprendizaje a través de la diversión, a la experiencia misma de desarrollar por sí mismos actividades.

Se trata de un proceso de enseñanza-aprendizaje próximo a las ideas propias de la Nueva Escuela y las teorías de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, de las cuales me declaro fiel seguidora y en el camino de la búsqueda y del conocimiento y para la que los docentes/ entrenadores deberíamos prepararnos.

De hecho, ante la creciente corriente que defiende el despertar emocional de los niños, de una actitud con capacidad crítica, de la posibilidad de que comiencen tempranamente a experimentar y experimentarse, el desarrollo de la Autonomía personal y conocimiento de sí mismo, se torna indispensable en el día a día del proceso de aprendizaje.

Si nos aventuramos a la búsqueda en el niño del desarrollo de su autonomía personal y del conocimiento de sí mismo, habrá que considerar inicialmente que debemos ser primero los propios docentes quienes logremos estar seguros de que nos conocemos a nosotros mismos. Experimentar en praxis aquello que luego debamos trasladar en el proceso de enseñanza-aprendizaje a los niños para que de fondo ellos mismos capten que el maestro sabe perfectamente qué les está intentando trasladar. Supongamos, por ejemplo, que un atleta joven, que está en sus comienzos, se prepara para ser velocista de 100 metros. ¿Quién tendrá más capacidad para trasladarle los conceptos y sensaciones que comporta esa actividad, un entrenador efectivamente bien formado y que haya cultivado diversas disciplinas con pinceladas teóricas o aquel que efectivamente haya sido atleta de 100 metros, pero que además se haya formado para ser entrenador? ¿Cómo llegará más profundamente un maestro a sus alumnos, si enseña desde las claves teóricas y algunas prácticas aprendidas a lo largo de la carrera antes de llegar a las aulas o si sus estudios han ido más por el camino de la práctica y la experimentación para luego podes explicar con exactitud las actividades?

Parece oportuno que quienes nos preparamos para presentarnos el día de mañana en un aula o en una cancha de baloncesto, con la responsabilidad de comenzar a crear los fundamentos del aprendizaje de los niños conozcamos la carga teórica que comporta nuestra profesión, pero lleguemos con el bagaje experimental necesario para responder a esa labor de llevar a los niños a conocerse a sí mismos. Pero, ¿ qué se convierte en esencial saber de este oficio de enseñar? ¿ Es todo cuestión de práctica? Para José Contreras El gran aprendizaje acerca de la formación docente es darse cuenta ( sentir) que dedicarse a la educación es aprender a vivir de un modo creativo y fructífero en relaciones no resueltas , pero en las que asumimos una responsabilidad acerca de lo que tenemos como encomienda: prepararlos para iniciar o continuar un camino en su relación con el mundo. En el caso del futuro profesorado: prepararlos para iniciar el camino de encaminar a otros en algunos aprendizajes valiosos para sus vidas; un viaje incierto, variado, personal para cada niño, niña o joven y para ellos y ellas como enseñantes

Evidente y analizando estas palabras  parece por tanto esencial que nos encaminemos en este mundo siendo conscientes de lo que pasa en nuestras vidas, en las que nada está escrito y en la que deberemos ser capaces de reaccionar ante estímulos inesperados. Para ello se torna indispensable  que los maestros/ entrenadores primero seamos capaces de conocernos a nosotros mismos. Desarrollar  actividades para rebuscar en NUESTRO interior, bucear por la experiencia de los trabajos desarrollados a través de las relaciones interpersonales con otros o acercarnos día  a día al conocimiento de quién y cómo somos y sobretodo de cómo son los que nos rodean, sin duda ayudarán a forjar los cimientos en la relación de enseñanza/ aprendizaje con nuestros alumnos/as.

Friedrich Schiller reflexiona sobre la idea de conocerse a sí mismo y considera que conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida, y quizá por eso se ha planteado como un gran reto para el hombre a lo largo de los siglos. La observación de uno mismo permite separarse un poco de nuestra subjetividad, para así vernos con un poco de distancia, como hace el pintor de vez en cuando para observar cómo va quedando su obra. Observarse a sí mismo es como asomar la cabeza un poco por encima de lo que nos está ocurriendo, y así tener una mejor conciencia de cómo somos y qué nos pasa. Advertir cómo estamos emocionalmente es el primer paso hacia el gobierno de nuestros propios sentimientos. Comprender bien lo que nos pasa tiene un poderoso efecto sobre los sentimientos perturbadores que puedan invadirnos, y nos brinda la oportunidad de poner esfuerzo por sobreponernos y así no quedar abandonados a su merced.

Personalmente y traduciendo estas palabras a mi propia experiencia, el objetivo de conocerse a uno mismo para aportar la autonomía personal necesaria pasa  por la idea de experimentar de cuerpo entero, empezando por los sentimientos y emociones más interiorizados ocultos y escondidos hasta por aquellos que puedan encontrarse más visibles, sentimientos y emociones que te delatan y muchas veces no son capaces de encubrir las situaciones más escondidas de las personas: percibir el cuerpo desde todas las dimensiones posibles, potenciando al máximo las cualidades de cada uno, sabiendo expresar, sentir, crear, recibir.  Saber qué nos pasa y por qué nos pasa tendrá mucho que ver en la capacidad de conocer bien a las criaturas. 

Conocerse para no vivir con lo desconocido, sino todo lo contrario, conocerse para reconocer nuestras debilidades y miedos y ser capaces de dejarnos empapar de todo lo que nos rodea. Así, sin duda, podremos transmitir y guiar a los más pequeños en el conocimiento de ellos mismos para que exploten y desarrollen sus cualidades y sus potenciales  al máximo.




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